Con las maletas cargadas de equipaje y mi banderita Colombiana, este fue mi principal objetivo en esta travesía de celebración de independencia.
Día 1: Bogotá – Zipaquirá – Tausa – Embalse del Neusa – Vía al Páramo de Laguna Verde
Día 2: Páramo de Laguna Verde – Nemocón – Monolitos de Suesca – Suesca
Día 3: Suesca – Sesquilé – Guatavita – La Calera - Bogotá
Día 1: Sin querer que fuera una jornada demasiado exigente inicie mi recorrido algo tarde 10 a.m. para llegar a eso de la 1 p.m. al embalse del Neusa y allí acampar. A pesar de estar tan cerca de Bogotá (65 km) no había ido a este popular sitio natural donde se puede acampar.
Al Neusa se puede entrar principalmente por 2 sitios, por Cogua una vez se pasa Zipaquira o por Tausa para los que vienen de Ubaté. Para hacer algo más de recorrido (y por un descuido al no ver el desvió hacia Cogua) decidí ir hasta Tausa y allí coger una vía destapada bien bonita para llegar al embalse.
El embalse es muy bonito, sin embargo si uno entra por Tausa puede ver como alrededor de este se dedican a la tala y el cultivo de zanahorias.
Al llegar al Embalse me informaron que para acampar debía pagar 17.500 pesos. WOW! No es por ser tacaño pero es un costo muy elevado por un sitio tan popular. Creo que acamparía allí solo si fuera a practicar algún deporte acuático o algo por el estilo. Pero para ir a montar bici. No gracias!
Para llegar a ese páramo desde el Neusa, me sugirieron un atajo que tiene unos ascensos bastantes fuertes por vía destapada. Aunque fue bastante exigente, según me cuentan, me ahorre unos 10 kilómetros de recorrido. Luego de salir de la vía destapada se toma nuevamente una vía pavimentada que sube hasta los 3.600 m.s.n.m.
Este es un recorrido algo nostálgico, recorrí varios kilómetros a alturas entre los 3.400 y 3.600 m.s.n.m. sabiendo que debería estar viendo vegetación de páramo paja, orquídeas o algunos frailejones tal vez, pero por el contrario, me encontré con un camino decorado con alambres de púas protegiendo los centenares de cultivos de papa y zanahoria, vi algunas fabricas, varias fincas, camiones yendo y viniendo y por supuesto tiendas, cuyo único abastecimiento es la cerveza. Prácticamente toda la zona de paramo que es atravesada por la carretera pavimentada ya no puede considerarse paramo.
Tuve que parar en un pequeño potrero a acampar ya que no alcance a llegar a la laguna ese mismo día.
Continúe mi camino, aun desilusionado por estar en un paramo que ya no es paramo, hasta llegar a un letrero que indica el desvió hacia Laguna Verde.
Por suerte para nuestros recursos hídricos y nuestra flora y fauna nativa, el camino hacia la laguna es un camino de herradura por el cual tienes que bajar y volver a subir alejándote bastante de la carretera principal; el mal estado de esta vía y el difícil acceso es lo único que, según veo, protege este hermoso páramo.
Al llegar al páramo de Laguna Verde volví a sentir alegría, esa fuerte y misteriosa buena energía que me brindan estas tierras paramunas. Mapalina hizo presencia y me cubrió misteriosamente con su neblina y en el momento que más lo necesité develó ante mis ojos una vista única de frailejones, orquídeas, montañas y lagunas.
Pequeñas orquídeas de no más de uno o dos centímetros decoran varios segmentos del camino. Los frailejones de tonalidad plateada por sus pelos blancos, con sus flores amarillas, tienen un fuerte contraste con la inflorescencia de blancos pompones entre arbustos de un verde muy vivo. Uffff!!! aquí les dejo una foto aunque no quedo como esperaba!! Pero igual, se ve espectacular ese contraste!!
Finalmente llegue a Laguna Verde. Esta laguna es rodeada de puyas y frailejones con una imponente montaña a su lado. Bellísima.
El recorrido en bici allí no es tan complicado a excepción de algunos barrizales que se forman por la lluvia y por el aparente paso de camionetas o motos que han dejado grandes zanjas donde la tierra perdió firmeza y se acumula el agua formando zonas de lodo. Allí tuve un pequeño accidente, sin que pasara nada grave. Al ver uno de esos barrizales calculé que alcanzaba a pasar por un pequeño pedazo de tierra al lado, pero, por pedalear tan fuerte para no quedarme, la rueda patino y se fue al lodo. Sentí y escuche como succiono la mitad de la llanta, giro mi bici y me hizo caer enterrando mi pierna hasta la rodilla. No paso nada grave, solo mucho barro en mi bici y mis piernas y obviamente un desgaste tratando de sacar la bici de ese lodo.
Luego de quedarme un buen rato en la laguna y subir a pie el pico que esta a su lado, volví a tomar camino ahora con rumbo al desierto de la tatacoita en Nemocón.
Para ir al desierto tome nuevamente la vía a Tausa donde hay una carretera destapada que comunica con Nemocón. Ya antes había recorrido el desierto de la Tatacoita, pero saliendo desde Nemocón, por lo que esta vez decidí entrar por donde siempre salía o terminaba el recorrido, encontrándome con una triste sorpresa: La minería y explotación de este sitio a llegado a tal punto que cerraron el acceso por ese lugar al desierto. Algo que me hizo perder mi camino por casi una hora.
La carretera entre Nemocón y Suesca me llevo por los monolitos, hermosas formaciones rocosas de no más de 5 u 8 metros de altura.
Ya era tarde y estaba oscureciendo cuando inicie el descenso a Suesca. Mi frontal no alumbra mucho por lo que tuve que bajar algo despacio, encontrándome con una fea sorpresa. Un perro grande y bastante bravo apareció de la nada, me persiguió y lanzo un mordisco que por suerte, termino en una de mis alforjas. Pude sentir como ese mordisco freno mi bici, aun cuando estaba en bajada. Por temor, mi reacción fue acelerar mucho, algo bastante peligroso ya que mi visibilidad no era mayor a 4 metros por delante mio. Logre alejarme del perro y con suerte solo voy a tener que pagar el arreglo de mi alforja ya que el perro logro penetrarla con sus dientes. No me dejan de impresionar estos animales :(
Fue una feliz noche en la casita suescuna.
Día 3: Sin que quedara mucho por recorrer salí nuevamente tarde 11 a.m. Desde Suesca pase por Sesquilé, para llegar a Guatavita y el embalse de Tominé. Luego subí a altos de las arepas para premiarme con descaro con unas buenas arepas. Termine mi recorrido pasando por La Calera y subiendo al alto de Patios y llegando a mi casa a eso de las 4.30 p.m.
Un bonito recorrido de 270 kilómetros. 4.460 metros acumulados en ascensos. Otro paramo más para la lista. Buena comida. Buena acampada. Buenas lagunas y embalses y Buena pedaleada.